La violencia sexual contra niñas y niños en Paraguay continúa siendo una atrocidad sistemática, marcada por múltiples deficiencias institucionales. El reciente caso de Melania Monserrat, de 11 años, asesinada en el departamento de Caazapá en julio de 2025, expone las grietas del sistema de protección y justicia
Pese a que uno de los imputados ya había sido condenado por abuso contra ella años atrás, se le concedió arresto domiciliario. No solo eso: el agresor residía a pocos metros del domicilio de Melania y no se implementaron medidas básicas de seguimiento, como el uso de tobilleras electrónicas.
Del abandono institucional al reclamo social
La Defensoría del Pueblo instó con urgencia a aplicar efectivamente los dispositivos legales disponibles, como las tobilleras, especialmente en casos de alto riesgo. “No puede haber más demoras… garantizar, sin excepciones, el interés superior del niño”.
En tanto, organizaciones como el Frente Mujer del Partido Paraguay Pyahurã lideraron protestas frente a la Fiscalía, denunciando una “postura tibia” de las autoridades que, en la práctica, favorece la impunidad y deja desprotegidas a las víctimas.
Investigación y pericias en curso
La Fiscalía realiza diversas diligencias clave para esclarecer el crimen: incautación y peritaje de teléfonos celulares, reconstrucción de la escena y entrevistas a testigos. El análisis forense de dispositivos encontrados en el entorno de Melania podría aportar información vital sobre sus últimos movimientos y posibles contactos.
Uno de los principales sospechosos es un adolescente de 16 años, hermano de otro acusado. Tras entregarse voluntariamente, permanece detenido mientras se decide la formalización y medida cautelar

correspondiente.
Violencia estructural con consecuencias irreversibles
Aunque el caso de Melania ha provocado un fuerte repudio social, evidencia que esta tragedia no es la excepción sino parte de una problemática estructural: impunidad, falta de prevención y escasa protección a víctimas son la regla y no la excepción en el país.
Voces juveniles expresan con claridad que en Paraguay se prioriza culpar a la menor acosada antes que al agresor. “La pedofilia está protegida… se demoniza más a la niña que al adulto” reflexionan en redes, en una cultura que aún no enfrenta de forma decidida esta realidad.
La urgencia de políticas públicas reales
Frente a esto, movimientos como Niñas, No Madres y las acciones del Movimiento de Valientes en América Latina llaman a reforzar rutas de protección, acceso a justicia y reparación para víctimas. Paraguay ha dado pasos como la aprobación de la “Ruta Única de Atención Integral al Abuso Sexual”, pero la implementación sigue rezagada.
La tragedia de Melania revela la necesidad de una respuesta firme, interinstitucional y con perspectiva de género que prevenga la recurrencia. No basta con aprobar normativas si no hay voluntad política real para ejecutarlas.
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